Hay que tener presente que la expresión corporal existe antes que el propio lenguaje, por lo que estamos absolutamente preparados para interpretarla. Y aunque surja natural y espontáneamente y al principio pueda costarnos más, también estamos preparados para controlarla parcialmente.
Continuando los consejos de la primera parte y teniendo en cuenta que según los expertos lo que no se dice es entre el 70 y el 80% de lo que comunicamos, las siguientes claves podrán ayudarnos en nuestra próxima presentación en público.
La comunicación no verbal en una presentación: otras claves a tener en cuenta.
- El efecto espejo: es recomendable imitar sutilmente pequeños gestos del interlocutor, siempre y cuando sean positivos y naturales.
- El poder de la mirada: los ojos juegan un papel fundamental para poner énfasis en el contenido, conceder una interrupción o detectar reacciones o feeling sobre nuestra propuesta.
- El contacto con uno mismo: tocar partes de tu propio cuerpo como la cara, boca o nariz generará una actitud defensiva, produciendo tensión e incomodidad.
- El poder del espacio: cuidado con entrar en la zona íntima (entre 15 y 45 cm.), ya que el cliente podría sentirse vulnerable. Mostrar demasiada distancia o la presencia de objetos de por medio (libros, carpetas, ordenadores, etc.), también podría perjudicar la fluidez de la comunicación.
- Coherencia con el contenido: se deben evitar ambigüedades no verbales con lo expresado verbalmente.
- Sonrisas: cuidado con abusar. Es muy diferente sonreír por compromiso que de forma natural, o forzar continuamente una sonrisa “sin dientes ni patas de gallo”. Por supuesto, somos capaces de identificarlas y nuestros interlocutores también.
- Escucha activa: enviar señales de que se está prestando atención, asintiendo o mostrando aprobación es fundamental.
- Evitar gestos nerviosos: colocar un anillo, jugar con el bolígrafo o con las gafas no hace más que mostrar nerviosismo por nuestra parte.
- Si expones de pie, no permanezcas totalmente inmóvil. Muévete con naturalidad, desplázate de vez en cuando y nunca dés la espalda a tus interlocutores, ni siquiera en caso de necesidad de escribir -mejor de forma lateral-.
- Propiocepción: el cerebro nos manda señales para emitir gestos, pero también a la inversa, podemos controlarlo mediante nuestros propios gestos. Por ejemplo, si levantamos los hombros y la cabeza y nos mostramos firmes, nuestro cerebro se relajará y confiará.
Si bien es importante tener en cuenta todos estos consejos, también lo es que cada persona y situación es única, por lo que resulta complejo reconocer los patrones de comunicación comentados. Por este motivo, practicar en tiempo real y adquirir experiencia en estos escenarios es clave para llegar a ser hábil en el arte de dominar la comunicación corporal, tanto la emitida como la recibida por parte de nuestros interlocutores. ¡Mucha suerte en vuestras próximas presentaciones!