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Quizás ha quedado un título algo pretencioso, en cuanto al tono.
Probablemente no responda a los estándares actuales de Google a nivel SEO.
Tampoco contiene un número específico que subrepticiamente te deje claro que el tiempo a dedicar a su lectura será muy limitado.
Puede incluso que eches en falta la coletilla “que debes saber”.
Y así podríamos seguir un buen rato, pero seguro que ya lo has pillado. Estamos ya finalizando el verano y nuestra idea inicial era crear un artículo sobre tendencias en Marketing Digital de cara a la recta final del año, que nos ayudase a mejorar un poquito el posicionamiento orgánico de la web a medio-largo plazo. Es decir, apoyarnos en la creación de contenidos para intentar que nuestra visibilidad orgánica se optimice poco a poco. Dicho de otro modo, darle a Google una pequeña parte de lo que valora positivamente a día de hoy, mientras aprovechamos para contaros detalles que os pudiesen interesar.
Pues bien, después de un ratito reflexionando sobre nuestro día a día, empapándonos de información y comenzando a estructurarlo, nos ha apetecido sencillamente dejarnos camelar por el encanto de la contradicción, esto es: llevar un poco la contraria. No a Google (uuuu, jamás); ni a vosotros, queridos lectores (vuestra palabrita es sagrada); ni siquiera al mismísimo Heráclito (todo fluye, nada permanece); sino a las dichosas tendencias.
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Tendencia es una palabra potente, atractiva, que evoca actualidad, moda, estar a la última. Léela otra vez. Tendencia. Suena un poco a sesgo, a propensión ¿no?. Ten-den-cia. Buf, creo que le tengo un poco de manía, no me seduce, no me convence.
Por qué surge una tendencia? ¿Cuánto dura la vigencia de un artículo sobre tendencias: una semana, un mes, seis meses? ¿Cuándo puedo escribir el siguiente sin pisarme o sin caer en contradicciones? ¿A qué velocidad avanzan los algoritmos? ¿En base a qué varían los criterios de las manos con hilos invisibles que deciden qué, cuándo y cómo?
Dejo que respondáis en bajito a estas preguntas, si es que os apetece intentarlo. Personalmente no me atrevo a fallar tan estrepitosamente dando una opinión que no lleva a nada más que a flagelarnos sobremanera.
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Me releo hasta aquí y sueno un pelín irónica de más. Un poco pesimista entre líneas, incluso demasiado arisca para mi gusto. En otros casos editaría, o eliminaría y volvería a empezar. Pero esto es un antipost. He empezado por el final (el título), no lo he estructurado, no me he apoyado en otras fuentes más expertas, ni he pivotado sobre diferentes puntos de vista. Sin embargo, es absolutamente honesto. Es virgen, puro, está naciendo así y no se toca.
Y, por una vez, no me importa que no me acabe de convencer, pero sí vamos a reconducirlo un poco en este punto.
Si las tendencias caducas corren mucho y nos persiguen tenemos como mínimo dos opciones. Dejar que nos aplasten y ceder ante ellas; o intentar correr más y/o escapar por donde no nos vean. En otras palabras, desde aquí intentaremos centrarnos en aportar un poquito de valor, ¿os parece? (ji, ji, ji).
Unos siete años después de aterrizar no sin dificultad en el abrupto y heterogéneo archipiélago del marketing digital, intento pensar en qué claves permanecen intactas desde entonces; y que por ende, cabe cierta posibilidad de que sean constantes que se impongan sine die a la fluidez. (Justo este finde hablamos de Desmond Hume y del mejor episodio de la historia de una serie, escribidnos si no caéis).
Lo primero que pienso es que resulta inevitable que estén relacionadas con las experiencias laborales más cercanas y que por tanto serán solo una perspectiva personal que ni obtendrá unanimidad, ni se podrá aplicar a cualquier caso. Es decir, se trata de una constante particular, no hay pretensión ninguna de universalidad.
Lo que sí intento es que sea una enumeración lo más sincera posible, y por ello, me decido a hacer un pequeño juego que practicaba con mi hermana cuando queríamos descubrir alguna verdad más que aún desconocíamos una de la otra. Seguro que lo conocéis: “responde automáticamente a lo primero que se te venga a la cabeza sobre X palabra, sobre X persona, sobre X animal, etc.”.
Pues ahí voy. Cojo folio y boli, y digo en alto: “Marketing Digital”.
Menciono y apunto, en este orden:
Reviso, repito el proceso y añado:
Releo de abajo hacia arriba y decido que así se queda.
¿Nada más?
¡Todo eso!
La constante del Marketing Digital son -para mí- estas nueve cualidades, a priori intrínsecas porque, sencillamente, (aún) no hemos dejado de ser personas. Solemos estar más centrados en todo lo que cambia (que es mayoría y no depende de nosotros), pero no en lo que permanece y nos ayuda a cambiar (que sí está en nuestra mano, al menos a medio-largo plazo). Todas ellas -mal llamadas “soft skills”- se han despreciado e infravalorado. Creemos que vienen aprendidas y que no hay que ponerlas en práctica, y nada más lejos de la realidad.
Apoyándonos en todas estas cualidades y en una estrategia coherente para gestionar nuestros recursos, el camino merecerá mucho la pena. Si el nosotros va por delante del yo, serán los demás los que nos hagan crecer y los que nos conduzcan hacia nuestras propias constantes, aquellas que nos hacen únicos. Y cuando las alcancemos, si es que lo hacemos, lo saborearemos juntos, muy despacito y con los ojos bien cerrados.
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En este punto, (mal que le pese a Google, en 112 palabras cerramos artículo), estarás pensando que el título dice algo sobre un antipost y sobre Marketing Digital. Te habrás dado cuenta de que no se puede leer en diagonal, ni saber de qué va solo con las negritas de los puntos destacados. Y ¡que no contiene ni una mísera cita! Y piensas también que vaya pérdida de tiempo, que “emosidoengañado”, porque parece que estamos hablando más de las claves para terminar un Maratón que de Marketing Digital.
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¿Seguro?
Sé anti y busca con calma tus propias constantes, las que permanecen. No te centres tanto en todo lo demás, que cambiará.
Ah, y ¡recuerda seguirnos para no perderte el próximo artículo de tendencias!